Noticias frescas todos los domingos, o cuando a mí me salga de los cojones

domingo, 30 de mayo de 2010

Cela regresa de entre los muertos

En una de mis habituales investigaciones literarias, he encontrado un artículo inédito y completamente desconocido del ilustre Camilo José Cela, que aunque nunca se publicó es un buen ejemplo de la calidez que transmitían siempre las palabras de este gran español.
Aquí tenéis:

Aquella tarde, en vez de visitar el PUTAS, PUTAS, PUTAS club, (mi guarida habitual, que exhibe su afortunado nombre en grandes neones brillantes) me dirigí a un antro de mayor ranciedad y habituales más miserables y rastreros: una iglesia.

No me guiaba ninguna vocación religiosa, sino que me acerqué por simple curiosidad profesional. Dadas mis recientes declaraciones sobre la asquerosa comunidad cristiana y todos sus repugnantes miembros, que tantas quejas han desatado por parte de la chusma ignorante que habita el pútrido estercolero que es este país, creía conveniente sumergirme en sus más oscuras entrañas para poder escribir con perspectiva.

Ya en el umbral de aquella basta construcción, me ví asaltado por un desecho social, que, emergente de entre unas malolientes mantas, pretendía que le entregara una limosna, amparándose en la caridad que sugiere el asqueroso imperio cristiano. Le ignoré con mi más absoluto desprecio y puse mis pies en aquel antro inmundo.

Tomé asiento, mis nobles posaderas hispánicas entraron en contacto con el duro banco, y eché un vistazo a mi alrededor. Farsantes, cobardes y fariseos asistían a la ceremonia: se arrodillaban en sumisa adoración y murmuraban con ceremoniosidad, coreaban alabanzas y se daban la mano en un gesto de humana cordialidad, de admirable fraternidad. Viejas arpías echaban calderilla en un platillo, un dinero que pronto pasaría al bolsillo del párroco que recitaba con vehemencia su asquerosa doctrina.

Luego todos comieron el cuerpo de Cristo, y bebieron su sangre, igual que degustaban el semen aquellas prostitutas de las que hablaba Hemingway.

Incapaz de soportar aquel asqueroso espectáculo, abandoné el recinto. Pasé junto al mendigo, escupí en su mano, y tomé rumbo al PUTAS, PUTAS, PUTAS club, donde las prostitutas no son fecundadas por aves colúmbidas.

Pedí un whiskey y Bianca, mi zorra rumana favorita me mostró su sonrisa mellada. Qué bueno es volver al hogar.

Camilo José Cela, 1982


Cela nos observa paternalmente desde el otro barrio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario