Sin embargo, ha llegado a nuestra redacción otro documento que no veréis publicado en ningún otro medio, porque es una carta de la que solo existe una copia y que custodio con celo en mis dominios.
En dicha carta, dirigida a Scott Fitzgerald, uno de sus colegas de farra, le comunica a este que nunca jamás visitaba el servicio si no era provisto de su escopeta, desde que un perturbado teutón le sodomizara en la guerra en un descuido cuando el bueno de Hem se disponía a hacer sus necesidades.
Y adjunta la fotografía que os muestro a continuación.
Yo, igual que la prensa, no es que quiera tocarle los cojones a este hombre, sino que pienso que con este chascarrillo vais a conocer mejor a este polifacético escritor y os será más fácil comprender la complejidad de su fuero interno.

Como para tenerle de suegro.